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EL HUERTO DE DIOS.

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Cantan los hermanos Álvarez Quintero, en su poema “La rosa del jardinero”: Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal; era, a su borde asomada una rosa inmaculada de un rosal. Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel, y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro para él. A la orilla de la fuente un caballero pasó, y la rosa dulcemente de su tallo separó. Cuentan estos versos el dolor del que cultiva hermosas rosas, cuando un desconocido corta una de ellas y se la lleva para siempre. Seguramente esta es una metáfora del dolor que siente un padre o una madre, cuando su bella hija es enamorada y llevada del hogar por su novio. Pero bien podría ser símil de toda pérdida, sobre todo de aquellas virtudes irrecuperables. El poema transcurre en un jardín. La palabra “jardín” deriva del francés jardin , diminutivo del francés antiguo jart , “huerto”. Y esta última proviene del latín hortus. Así es que ambas palabras está